viernes, 10 de marzo de 2017

LESIONES DEPORTIVAS POR SOBREUSO: ENFERMEDAD DE OSGOOD- SCHLATTER

Las lesiones deportivas por sobreuso se están convirtiendo en una entidad cada vez más común en la población pediátrica activa. La prevalencia de estas lesiones puede atribuirse a la combinación de un sistema músculo esquelético subdesarrollado, a una participación mayor en el deporte competitivo a una edad más temprana, así como a una mayor duración e intensidad del entrenamiento. Muchas de estas lesiones no son reconocidas ni tratadas correctamente, pudiendo tener consecuencias a largo plazo en los atletas jóvenes.

Un ejemplo de este tipo de lesión es la enfermedad de Osgood-Schlatter en la que centraré el presente artículo. Se trata de una condición en la que la inserción del tendón rotuliano en la tuberosidad tibial (parte frontal y superior de la tibia) se inflama, provocando el despegamiento del cartílago de crecimiento de la tibia. Este proceso que afecta a los adolescentes en el periodo de crecimiento, especialmente a aquellos entre los 10 y los 15 años, tiene una incidencia mayor en niños, aunque está aumentando en el sexo femenino. Son factores de riesgo de esta patología aquellos deportes que producen una sobrecarga repetitiva de la zona proximal de la tibia como consecuencia de saltos u otros tipos de ejercicios, antes de que se complete el crecimiento del área. Los deportes más frecuentemente relacionados con esta patología son el fútbol, baloncesto, voleibol, balonmano, equitación y la gimnasia.
También se piensa que las contracturas y la tirantez de los músculos del cuádriceps e isquiotibiales, así como un IMC elevado del paciente pueden influir negativamente en el desarrollo de esta patología.


La enfermedad de Osgood-Schlatter constituye un cuadro benigno y autolimitado en el que el dolor se manifiesta en la protuberancia anterior de la tibia y aumenta con el ejercicio, cediendo con el reposo. La sintomatología, en la mayoría de las ocasiones, desaparece cuando la tuberosidad tibial se fusiona, generalmente entre los 14 y los 16 años.

El diagnóstico se realiza a través de la exploración física en la que observaremos un hinchazón doloroso a la presión, en la tuberosidad tibial de una o ambas tibias, exactamente debajo de la rodilla. También puede encontrarse cierta movilidad lateral de la tuberosidad anterior de la tibia a la exploración.

Las radiografías así como otras pruebas de imagen como la ecografía y la resonancia magnética, no son necesarias para confirmar el diagnóstico, aunque demuestran el arrancamiento de la protuberancia anterior de la tibia y pueden servir de ayuda en el diagnóstico diferencial con otras entidades como son el síndrome de Sinding-Larsen-Johansson, la enfermedad de Hoffa, lo tumores del tejido blando o hueso, la avulsión o ruptura del tendón patelar, la condromalacia patelar, la tendinitis patelar, la apofisitis infecciosa, los centros de osificación accesorios, las osteomielitis de la tibia proximal o la fractura de la tuberosidad anterior de la tibia.
 
Izquierda: Radiografía lateral de la rodilla. Se ve nítidamente el arrancamiento de la apófisis de la protuberancia tibial. Derecha: diferentes imágenes ecográficas longitudinales que muestran la irregularidad apofisaria con arrancamiento de la tuberosidad tibial en estadios iniciales y fragmentación en estadios tardíos. E: epífisis; M: metáfisis; Asterisco: arrancamiento óseo; Punta de flecha: superficie tibial; Flecha larga: tendón rotuliano.

El objetivo primario en el tratamiento de esta enfermedad es la reducción del dolor y la inflamación sobre la tuberosidad tibial. Tradicionalmente, su tratamiento incluía la restricción total del deporte durante varios meses. Sin embargo, las últimas recomendaciones son más tolerantes y adaptan toda la restricción de esta práctica al nivel de dolor experimentado por el paciente. Los entrenadores deben prevenir la aparición de esta enfermedad en sus jugadores, mediante la realización de estiramientos musculares tanto de los isquiotibiales como del cuádriceps después de haber llevado a cabo la actividad deportiva. En aquellos deportistas no dados a estirar después de los entrenamientos, es importante instaurarlos en fases precoces de la enfermedad en el caso de que aparezcan síntomas.

Existen numerosos estudios científicos que han demostrado la eficacia de la fisioterapia, la crioterapia y la acupuntura en la mejora de esta patología, al disminuir la tensión que genera la musculatura extensora de la rodilla sobre la tuberosidad tibial. También hay estudios que sugieren la eficacia de la reducción de los síntomas en la inyección de una solución de dextrosa / lidocaína (proloterapia), siendo segura y bien tolerada y disminuyendo el tiempo de recuperación del paciente. No obstante, las infiltraciones con corticoides están contraindicadas por favorecer la fragilidad del tendón rotuliano.
También existe un estudio que ha demostrado la eficacia de la terapia con ondas de choque, en atletas adolescentes con enfermedad de Osgood-Schlatter recalcitrante.

Muchas veces, el exceso de confianza en el carácter benigno y transitorio de esta entidad lleva a los médicos a no pautar de manera correcta las recomendaciones al paciente, esto sumado a la ineficacia del tratamiento conservador en algunos pacientes, hacen que la enfermedad cronifique, siendo necesario el tratamiento quirúrgico.

La cirugía tiene la ventaja principal de ofrecer una recuperación más rápida, además de evitar posibles daños mayores al tendón rotuliano. Las técnicas utilizadas en el tratamiento han sido variables pero se han observado buenos resultados en la mayoría de ellas.

1 comentario:

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    La cirugía tiene la ventaja principal de ofrecer una recuperación más rápida, además de evitar posibles daños mayores al tendón rotuliano. Las técnicas utilizadas en el tratamiento han sido variables pero se han observado buenos resultados en la mayoría de ellas.

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