domingo, 12 de febrero de 2017

DOLOR DE CABEZA, ¡NO TE AUTOMEDIQUES!

El término médico utilizado para referirse al dolor de cabeza es el de cefalea. Las cefaleas pueden derivar de estímulos dolorosos que nacen en el interior del cráneo, o de un dolor cuyo origen esté fuera, como es el caso de los senos nasales.
Las cefaleas son el motivo de consulta neurológica extrahospitalaria más frecuente (33%), siendo típico de personas jóvenes. Suponen el 1 % de las visitas al médico, aunque el 90% de ellas son cefaleas primarias sin carácter grave (cefalea primaria benigna), por lo que no hay motivos para asustarse cuando se padezca un dolor de cabeza, siendo pocos los casos que llegan a derivarse al neurólogo. Debe quedar claro que no existe relación entre la intensidad y la gravedad de la cefalea, como se piensa popularmente. Es importante tratar este tema de una manera seria, puesto que las cefaleas constituyen un problema que merma la calidad de vida de las personas, conllevando ausencias en los puestos de trabajo o formación y generando problemas socioeconómicos.

                            


Uno de los principales temas que vamos a abordar, es el de la automedicación, muy frecuente en esta patología. El paciente no siente la cefalea como una enfermedad sino como una molestia, lo que hace que llegue a la consulta llevando años tomando pastillas para intentar aliviarla. Por otro lado, aunque la cefalea primaria es una patología que no suele tener cura, sí se dispone de las herramientas necesarias para tratarla y controlar el dolor, por lo que es imprescindible acudir al médico.
Como pacientes es muy importante que cuando suframos una cefalea recojamos la máxima información posible sobre esta, con el objetivo de facilitar el trabajo al médico que nos atenderá. Es imprescindible, por tanto, la información relacionada con otras enfermedades que tengamos, nuestros antecedentes familiares, ya que por ejemplo las migrañas, un tipo de cefalea frecuente, pueden ser hereditarias, nuestros hábitos tóxicos, si padecemos ansiedad o depresión, muy importante en la cefalea tensional, que es la cefalea primaria más frecuente, la localización del dolor, junto con los factores que lo modifiquen (olores o posturas), su intensidad, duración, además de los síntomas asociados y su predominio horario.
Como he descrito anteriormente la mayoría de las cefaleas son benignas, aunque si padecemos uno de los siguientes signos de alarma debemos acudir rápidamente al especialista puesto que puede que se trate de una cefalea secundaria a una patología de mayor gravedad.
    Comienzo de la cefalea después de los 50 años. 

    Cefalea intensa de comienzo súbito. 

    Comienzo explosivo e intenso. 

    Cefalea de intensidad progresiva en su 
evolución (ej. tumor cerebral). 

   Cefalea de reciente comienzo en 
pacientes con cáncer, coagulopatía o tratamiento anticoagulante. 

    Datos de enfermedad sistémica. 

    Cambios en las características de una cefalea crónica. 

 Cefalea intensa desencadenada por esfuerzos intensos, actividad sexual, tos... (posible hemorragia subaracnoidea). 

   Presentación de convulsiones, fiebre, nauseas, vómitos, alteraciones de la conducta o deterioro cognitivo progresivo. 

   Alteraciones en la exploración neurológica (focalidad neurológica)
 
El objetivo de este artículo no es describir los diferentes tipos de cefalea, sino concienciar al lector sobre la importancia de acudir al médico cuando se padezca una y no recurrir a la automedicación.
La mayoría de las personas que toman la iniciativa de medicarse sin consultar previamente con un médico, como consecuencia de una cefalea, recurren a los analgésicos o antiinflamatorios debido a la facilidad de su adquisición (al obtenerse en cualquier farmacia sin la necesidad de prescripción médica), el auge publicitario, o la falta de control de aspectos legales.
El problema es que existen numerosos tipos de cefaleas en la que estos fármacos son inútiles, al no producir ningún tipo de beneficio en la sintomatología y únicamente repercuten negativamente en la salud del paciente, debido a los múltiples y bien conocidos efectos adversos que causan estos fármacos. Por ejemplo el tratamiento de algunas cefaleas como la de Horton, la sinusitis u otras cefaleas secundarias nada tiene que ver con los antiinflamatorios o los analgésicos. Además existen cefaleas primarias, como la migraña o la cefalea tensional, en la que los antiinflamatorios aunque forman parte del tratamiento, son insuficientes por sí solos y requieren de la supervisión de un médico que nos guiará sobre la correcta pauta en su administración. Acudiendo al médico no solo lograremos un mejor control de la cefalea, sino que lo haremos de una manera más segura y además, podremos beneficiarnos no solo del tratamiento más eficaz, en el caso de una crisis, sino del correcto tratamiento preventivo que busca disminuir el desarrollo de las cefaleas, previniéndolas y disminuyendo el número de crisis y en el que los antiinflamatorios y analgésicos no tienen cabida.

Una de las principales consecuencias negativas que ha tenido este exceso de medicación en los pacientes con cefalea es la aparición de la cefalea por abuso de medicación (CAM) una cefalea crónica, diaria o casi diaria, inducida por el uso inapropiado y excesivo de fármacos utilizados para aliviar el dolor de cabeza, por parte de pacientes que sufren cualquier tipo de cefalea primaria, pero principalmente de migraña o cefalea tensional.
La CAM es un afección seria, incapacitante y bien caracterizada que representa un problema mundial, siendo actualmente considerada el tercer tipo de cefalea con mayor prevalencia, por lo que es importante no abusar de los antiinflamatorios y acudir al médico en caso de cefaleas continuas.

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